¿Qué queremos decir cuando declaramos que acompañamos a humanizar las relaciones en las organizaciones?
La respuesta tiene cierto grado de complejidad. Las empresas están en el mercado para: ser líderes en aquello a lo que se dedican, ganar dinero, crear riqueza, ser competitivas, generar puestos de trabajo, etc. pero no tantas empresas tienen la mirada puesta en “humanizar las relaciones”. Puede incluso sonar a que esa función pertenece a un tipo de organizaciones que corresponden al sector social, a la economía solidaria o a las empresas del movimiento B Corp.
No debería ser así. Cualquier tipo de organización, independientemente de cuál sea su sector y finalidad debiera tener puesta la mirada en dos resultados fundamentales para el éxito de la misma: cómo ser eficiente en su tarea para alcanzar los resultados que quiere lograr y cómo generar bienestar en la organización para tener personas motivadas, implicadas y con una buena salud emocional para que, entre otros efectos, permanezcan implicadas con la organización.
El activo más importante que tiene una organización son sus personas. Si sólo pensamos en la rentabilidad económica de la empresa, las personas que hacen posible esa rentabilidad se quemarán y se acabarán desvinculando, enfermando o perdiendo el sentido de lo que hacen. Si por el contrario se cuida, se promociona, se forma y se dota de las capacidades que puedan y quieran desarrollar las personas, se estará fomentando el bienestar de la organización a través del cuidado de las mismas.
Humanizar las relaciones implica buscar el bienestar de las personas y no solo la eficacia de las tareas. Supone tener una mirada constante al equilibrio entre los resultados y las personas que generan esos resultados. Esta gran responsabilidad no se puede dejar sólo en los departamentos de recursos humanos, sino que debería ser un principio que rija la organización y que sea transversal a todas las personas y departamentos.
Humanizar las relaciones supone que hay un presupuesto destinado a ello, a su autoconocimiento, al equilibrio interno entre el hacer y el ser, a procesos de coaching y de mentoring, a la formación en competencias genéricas no sólo técnicas, al contacto con la naturaleza como fuente de bienestar, a procesos de resolución de conflictos, reajuste de los valores, etc.
Es momento de hacer apuestas serias y de envergadura por el componente más importante que tienen nuestras empresas y organizaciones, las personas.
¿Consideras que hay un equilibrio entre la eficacia y el bienestar en tu equipo?