Estamos a tres respiraciones de distancia de nosotros mismos
Solemos estar en las organizaciones y en la vida llenos de actividades que nos impide parar, tomar consciencia del propósito de nuestras acciones y reflexionar sobre el sentido de lo que hacemos.
Hemos estado viviendo unos meses digitales donde las relaciones y las acciones se han reproducido o multiplicado, si ya teníamos reuniones y quehaceres, lo hemos reproducido desde casa, sin horarios, sin conectar con nosotros/as mismos/as.
El equilibrio funciona. Ni volcarse en las acciones y los proyectos, ni en uno mismo. Ni pensando en el pasado, en lo que puede hacer, ni en el futuro, en lo que voy a hacer. Funciona estar en el presente, el disfrute de la atención en lo que uno esta.
Si te vuelcas en la acción, o en acciones del pasado, o en proyectos del futuro, la clave está en parar y respirar. Es una paradoja que sepamos que parar aumenta la productividad y el bienestar y sigamos con una compulsión a la acción, sin poder parar. Que sepamos que la bollería industrial es mala para el cuerpo y la salud, y que la sigamos comiendo, que estemos tan lejos de nosotros mismos.
Si quieres centrarte, tener foco, no perder el eje, tener atención, ser una persona equilibrada y efectiva, solo tienes que parar, respirar y volver a ti.
Y hacerlo no sólo en retiros de fin de semana. Hacerlo en la vida, parar, respirar y disfrutar del desayuno, del paseo hasta la oficina, gozar de los saludos mañaneros, del olor del café, sentir y disfrutar de una conversación con alguien del trabajo… Volver a ti es parar y respirar profundo, respirar tres veces y ser consciente de lo que tienes en la vida y entonces la gratitud y la felicidad surgen en uno mismo, como las olas en el mar.
¿Respiras hoy tres veces conmigo?