¿Evolución o empobrecimiento?
Nuestra reciente experiencia en el bosque de Urkiola de la mano de Josu Belmonte, autor del blog Caminar en silencio nos ha hecho recordar nuestros años de estudios universitarios y hemos reconectado con la noción de sucesión vegetal en la evolución de un bosque.
Este concepto plantea que todo terreno evolucionará de manera más o menos natural hacia la especie que mejor aproveche todos los recursos disponibles y que asegure la mayor biodiversidad posible en función del clima, el suelo y todos los demás factores que intervienen en un ecosistema.
Un ejemplo. El hayedo en la cornisa cantábrica evolucionará, de manera genérica, desde un prado de pasto hasta un hayedo maduro pasando por estrato arbustivo de plantas espinosas, arbolillos de diferentes especies y poco a poco podría desarrollarse el hayedo como etapa climácica (clímax).
Lo conectamos con los equipos de trabajo de cualquier organización. Podríamos decir que cualquier equipo en sus inicios sería como un prado en el que cada miembro sería una especie vegetal (trébol, aquilea, hierba fina, etc.). Cada una con sus necesidades, cada una con su rendimiento y cada una con su aprovechamiento. Todas forman parte del prado, son necesarias para que exista y se pueden dar ciertas relaciones de necesidad entre ellas. Pero, como prado, solo ofrecen un recurso aprovechable: pasto. En los equipos serían aquellos de bajo nivel de desempeño. Cada persona aporta, cada persona necesita algo, pero el conjunto produce más bien poco y dependiendo, en su mayor parte, de las condiciones externas.
En un bosque, cuando la intervención del ser humano es adecuada, se produce la evolución hacia un mayor grado de complejidad y aparecen arbustos, al principio espinosos, como el espino albar, las genistas, el acebo, los brezos, etc. que aportan más recursos (frutos, leñas o forraje para tiempos de escasez). Siguiendo con el símil, serían aquellos equipos de desempeño medio. Se producen sinergias entre algunas personas, los resultados mejoran gracias a la coordinación y a la retroalimentación que se hacen entre algunos de sus miembros. Resisten mejor que los prados, pero todavía no tienen un alto grado de riqueza y resiliencia.
Con el tiempo y diferentes labores de conservación y mejora, bajo los arbustos, comienzan a aparecer lo que serán las especies de un bosque maduro que llegará a expresarse en su máximo esplendor. Arces, Tejos, serbales, cerezos silvestres, robles y hayas, además de todas las especies que aparecieron en las etapas anteriores y que conforman un entramado de relaciones simbióticas que producen un hábitat especial, único y rico que ofrece todo su potencial aprovechando de manera mucho más eficiente todos los recursos disponibles, manteniendo el equilibrio entre todas las partes. Es sostenible y se regenera efectivamente con cada “accidente” (incendio, avalancha, sequía, nieves, etc.).
En un equipo sería aquel que logra un grado de conectividad y de confianza tal que permite el florecimiento de un equipo de alto desempeño. Resultados brillantes, bienestar creciente de sus integrantes, capacidad de regeneración ante “accidentes” y sobre todo, aumento de la diversidad. Cuantas más visiones y opiniones diferentes, más rico, más eficaz, más productivo será ese equipo.
Al igual que ocurre en la Naturaleza, si un equipo no evoluciona hacia mayor complejidad y diversidad se produce un empobrecimiento de las relaciones, de los resultados y, en definitiva, de la vida de ese equipo.
Los “accidentes” de un equipo son múltiples: bajas inesperadas, nuevas incorporaciones, conflictos, pérdida de resultados. Todos ellos ponen a prueba la madurez de nuestro equipo y, estamos convencido de ello, sin la adecuada preparación la evolución de nuestro equipo no llegará a buen puerto.
Cultivar la relación entre las personas y la calidad de sus conversaciones, aprender a gestionar y propiciar emociones, repartir juego asumiendo cada persona su rol, en definitiva, facilitar un ecosistema en el que el equipo pueda crecer y convertirse en ese bosque maduro es una tarea llena de ilusionantes retos y desafíos.
¿Hablamos?