¿Tienen tus conversaciones el impacto que deseas?
Las empresas y organizaciones de hoy en día basan sus negocios en el trabajo del conocimiento. La mayor parte del tiempo las personas se dedican a hablar, negociar, tomar decisiones, llegar acuerdos, gestionar personas, crear nuevos proyectos, etc. y para todo ello la herramienta fundamental que garantiza el éxito, son las conversaciones.
Un buen proceso en la toma de decisiones, en la resolución de un conflicto o en la gestión de personas se basa en el diseño de conversaciones efectivas y afectivas. Efectivas porque buscan impulsar el negocio y alcanzar los objetivos y afectivas porque tratan de cuidar a las personas como parte central de la organización
Un buen proceso en la toma de decisiones, en la resolución de un conflicto o en la gestión de personas se basa en el diseño de conversaciones efectivas y afectivas.
Si tan importantes son las conversaciones para el éxito de un negocio nos hacemos las siguientes preguntas:
- ¿dedicamos tiempo suficiente para aprender a diseñarlas?
- ¿sabemos llevar adelante conversaciones de alto impacto?
Cuando analizamos las conversaciones para aprender sobre ellas y mejorar nuestra calidad en el diseño e implementación, descubrimos que hay tres elementos a observar, citando a Rafael Echeverría, en cuyo libro Ontología del Lenguaje nos regala una reflexión muy interesante en la que nos invita a abrirnos al aprendizaje para adquirir nuevas distinciones y poder intervenir en aquellas partes de nuestra vida y negocios que deseemos transformar.
«Sólo podemos intervenir en aquella parte del mundo que somos capaces de observar». Rafael Echaverría
Las conversaciones se componen de tres elementos: el lenguaje, la emocionalidad y la corporalidad.
El primero de ellos, el lenguaje está compuesto por las palabras que decimos, la manera que tenemos de hablar, los juicios u opiniones que emitimos sobre todo lo que nos rodea o las promesas que somos capaces de generar con las personas con las que diariamente nos relacionamos. Pero sobre todo, el lenguaje es escucha, siendo ésta una de las competencias primordiales para cualquier relación humana. La manera en la que tengo de escuchar a mis colaboradores y colaboradoras, clientes, proveedores, jefes y jefas determina, en gran medida, el resultado que voy a obtener de esas conversaciones.
El lenguaje está compuesto por las palabras que decimos, la manera que tenemos de hablar, los juicios u opiniones que emitimos sobre lo que nos rodea o las promesas que somos capaces de hacer a los demás, pero sobre todo el lenguaje es escucha.
Haciendo más hincapié en la escucha a aquellas personas que piensan diferente a mí para tratar de conocer mejor sus ideas, sus propuestas o sus inquietudes, siempre desde el respeto, no desde la descalificación puedo ensanchar mis posibilidades de acción, porque los “otros” ven cosas que yo no puedo ver y saben cosas que yo no se. Al mismo tiempo, en función de la manera que tengo de hablar mi escucha será más o menos efectiva. En una conversación, el éxito no sólo es responsabilidad de la otra persona y podemos, adoptando una actitud protagonista, descubrir qué puedo hacer yo para que la otra parte me escuche mejor, cómo puedo hablar mejor para atraer su atención.
En función de la manera que tengo de hablar mi escucha será más o menos efectiva en una conversación
Otro componente del lenguaje es el silencio. Sobre el silencio se podría hablar mucho aunque parezca una contradicción, pero aquí queremos poner la mirada en el silencio de la escucha y del habla. Debemos preguntarnos ¿Dejo silencios para que la otra persona pueda también hablar y exponer sus ideas?, aquí nos estamos refiriendo al silencio no sólo exterior, sino también al interior, ¿Cómo son los silencios que dejo entre palabras? ¿Qué musicalidad tienen las palabras que emito? ¿Atraen al público o lo repelen? Estas preguntas son fundamentales para profundizar y reflexionar sobre el lenguaje que utilizo en mis conversaciones
Otro componente del lenguaje es el silencio
Entrando en el segundo elemento, la emocionalidad, podemos descubrir de qué manera el repertorio emocional que manejo impacta directamente en la calidad de las conversaciones que mantengo diariamente con mi equipo. Hay emociones que permiten expandir las posibilidades de acción, generan positividad en uno mismo y en el entorno invitando a crear, a innovar o construir nuevos escenarios. Hablamos por ejemplo de la curiosidad, la alegría, la humildad, el amor compasivo, la satisfacción y el respeto. Todas ellas tienen un impacto directo en el bienestar de las personas y permiten que las relaciones construidas sobre ellas sean altamente satisfactorias y efectivas. Hay también emociones como la rabia, el enfado, la apatía, la resignación que tienen una sombra que las puede convertir en tóxicas y son muy contagiosas de forma que pueden llegar a generar en los equipos muy bajos niveles de desempeño profesional.
Podemos descubrir de qué manera el repertorio emocional que manejo impacta directamente en la calidad de las conversaciones que mantengo diariamente con mi equipo.
Según las emociones que habiten en nosotros, mantendremos un tipo de conversaciones que sean expansivas, constructivas y de alto impacto o por el contrario que sean tóxicas, dañinas y con resultados negativos comprometiendo los resultados del equipo y de la empresa. Ante las preguntas de ¿cuáles son las emociones que están presentes en mí? ¿Qué puedo hacer para transformar las tóxicas y vivir desde las sanas? Nos encontramos todo un desafío y un espacio de aprendizaje
Por último, entramos en el tercer elemento, la corporalidad, el conocido pobremente como lenguaje no verbal y que la mayor parte de las veces tiene más impacto que el verbal. Cuando hablamos de corporalidad nos referimos a la particular manera en que mi cuerpo se relaciona con el entorno que me rodea, es decir, cómo ando, cómo me siento, cómo manejo mis manos al hablar o cómo está mi cuerpo en una conversación.
La corporalidad tiene, en ocasiones, más impacto en una conversación que el lenguaje verbal
Descubrimos que con el cuerpo podemos decir muchas cosas manejando las energías que lo mueven. Así podemos invitar a mover el cuerpo hacia la creatividad, hacia espacios más ligeros donde se puede fluir, jugar y diseñar conversaciones que sean más livianas y con menos gravedad. Hay otras energías que nos invitan a la concreción, a poner límites, a cerrar acuerdos y permiten mantener conversaciones firmes y seguras. Otras energías llevan a la determinación, a la consecución de los objetivos y a la pasión, creando conversaciones que conducen a los equipos a la ambición en la consecución de los resultados. Por último, hay energías que permiten llevar el cuerpo a la apertura, a acoger a las personas, a la cooperación entre equipos y a establecer conversaciones que inviten a la escucha profunda.
Todas ellas son importantes en una conversación, sólo hay que saber manejarlas para que el resultado sea efectivo y cuide las relaciones.
Con estas nuevas distinciones sobre los componentes de una conversación, te invito a que te pares a pensar qué puedes aprender para mejorar tu red de conversaciones y que seas capaz de diseñar conversaciones de alto impacto, que incidan en la mejora de los resultados de tu negocio.