La energía de las emociones
La energía de las emociones
A veces nos cuesta pensar en cuál es la emocionalidad de una organización porque no tenemos la mirada puesta en ello. Estamos más pendientes de la producción, de las ventas, de los competidores, de las estrategias a desarrollar y de un sinfín más de tareas cotidianas, preocupaciones y previsiones de futuro.
Las emociones que están presentes en un equipo determinan el éxito o fracaso de un proyecto. Cuando diseñamos un nuevo reto solemos pensar en las infraestructuras necesarias, en el dinero a invertir, en el perfil técnico del equipo de personas o en el mercado que habrá que conquistar, pero pocas veces miramos las emociones que ese proyecto requiere para que salga con éxito.
Me pregunto si es la misma energía la que se necesita para un proyecto que comienza que para un proyecto ya iniciado o uno que termina. Esto me sugiere la importancia de acompañar a las personas a gestionar sus emociones y a diseñar espacios emocionales dentro de una organización.
Nuestra experiencia nos dice que las emociones se contagian y que pueden generar espacios sanos y saludables o tóxicos y enfermizos. Emociones como el miedo, la arrogancia, el resentimiento, la resignación, la invalidación o la baja autoestima no son buenas compañeras de un proyecto ni de un equipo.
Si consideramos las emociones como un elemento más a tener en cuenta en un proyecto podremos transformarlas en aquellas que resulten más eficaces para lograr su éxito. Tendremos la oportunidad, entonces, de transformarlas en confianza, humildad, ambición, aceptación, reconocimiento o dignidad y construir proyectos regenerativos.
La energía que desprende un equipo y una organización sana atrae el talento y favorece que nuestros clientes y proveedores se sientan orgullosos de trabajar con nosotros.
En A&Q sabemos que detrás del éxito de una buena organización se encuentran todos estos elementos. Por eso trabajamos para diseñar y generar, desde las emociones, espacios de trabajo saludables.