El observador

María José Pérez Dorao.

Gerente Directora Estratégica, Cientochentagrados Comunicación.

 

 

El concepto del observador fue uno de los primeros que me abrió los ojos en el transcurso del programa Líderes del futuro. Podría decir que fue el primer “zas” que recibí.

 

Tras el primer ejercicio la conclusión estaba clara: parece fácil, pero no lo es.

 

Nos creemos, desde siempre, que lo que yo observo es la verdad. “Es cierto, porque lo he visto”. Ya, pero… ¿desde dónde lo he mirado?

 

Aquel día tomé conciencia de que yo miro desde lo que soy, desde los años que llevo vividos, lo que me han contado desde pequeña, las experiencias y momentos que acumulo… Claro, por eso dos que miramos la misma cosa la describimos y sentimos de manera completamente diferente.

 

«…Dos que miramos la misma cosa la describimos y sentimos de manera completamente diferente»

 

No sé si esto ocurrió el primer día o el segundo del curso, pero lo que sí recuerdo bien fue el gran descubrimiento que para mí resultó este concepto: el observador.

 

¿Quién tiene la verdad en una discusión, el otro o yo? Menuda revelación: cada cual tiene su verdad, porque lo que expresa es un reflejo de cómo ha mirado lo ocurrido, desde dónde lo ha mirado, para qué lo ha mirado, con qué emoción, con qué intención, con qué objetivo…

 

Cada uno de nosotros somos nuestra propia historia, nuestra propia mirada, y es ésta la que determina el observador que somos. Ahí fue cuando entendí que somos pura subjetividad y por tanto observadores incompletos; por eso, ante un conflicto, nunca podremos afirmar que tenemos la verdad y que es el otro el que se equivoca.

 

«Cada uno de nosotros somos nuestra propia historia, nuestra propia mirada, y es ésta la que determina el observador que somos»

 

Cada observador tiene su punto de vista, o sea su verdad. Menudo descubrimiento y qué gran cura de humildad: independientemente de que yo sea la dueña de la empresa, socia fundadora o directora general, en mi equipo de trabajo yo solo soy un observador más, y como mi verdad está limitada (limitada por mi experiencia, mis recuerdos, mi educación, mi bagaje…), solo encontraré una respuesta válida a un problema o conflicto cuando reúna y tenga en cuenta todas las verdades de aquellos que también intentan resolverlo.

 

Esta primera lección de liderazgo no se me va a olvidar nunca: ser jefa, directora o responsable me obliga a escuchar el punto de vista de los otros (mi equipo, mi colaborador, mi proveedor o mi cliente), respetarlos como observadores y así crecer yo en mi propia observación de las situaciones con las que cada día me toca lidiar.

 

«Esta primera lección de liderazgo no se me va a olvidar nunca: ser jefa, directora o responsable me obliga a escuchar el punto de vista de los otros»

 

A partir de ahí vinieron otros aprendizajes igualmente válidos para mi vida profesional y también personal: pasar del papel de víctima al rol de protagonista, de mi enfoque único a un nuevo enfoque múltiple… en resumidas cuentas, convertirme en una nueva observadora más respetuosa con la mirada de los que conforman mi equipo, en una líder más necesitada de la mirada de los que me rodean y por tanto en una persona más incluyente y colaborativa… En definitiva, en una líder más capaz.

 

 

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